Detrás de la barroca y excesivamente descriptiva prosa de Octavio Paz, del laberinto histórico que nos dibuja, se yergue una realidad social y cultural pocas veces discutida, pero que no debe pasar desapercibida: es, desde mi particular punto de vista, la sufrida vida de quienes han llegado a ser llamados ‘pachucos’.
El sufrimiento del que hablo, no necesariamente proviene de las condiciones de vida que puedan tener estas personas. No. Procede, más bien, de la orfandad cultural y de una identidad ausente. Es, para enlazarlo con mi publicación anterior, consecuencia de un choque de culturas y de su deficiente asimilación. Ello, da lugar a una fusión que los deja en una especie de limbo cultural.
A final de cuentas, el fenómeno descrito induce en el sujeto de estudio, una especie de lucha interna, que ocasiona un auténtico desgarre de su entorno. No es de acá ni de allá, y por esa sola razón sobrelleva el rechazo de los pueblos de su origen y de la sociedad receptora. El atavismo los ata tanto a su cultura, como lo empuja a la artificial imitación de aquella que les extraña, pero alrededor de la cual sientan su nuevo hogar.
Figura similar –de desadaptación social– nos es también familiar en el medio guatemalteco, a quienes nos referimos como los ‘mucos’. Este grupo social trata de adaptarse a su medio. Ese es su objetivo y, posiblemente, su más grande sueño. Sin embargo, la forma en que pretenden lograrlo difícilmente les llevara a ello: he ahí, el fracaso de su empresa, el génesis de su diferenciación y la causa de su rechazo. Al igual que el pachuco, estos seres no tienen identidad.
Tengo que decirlo: que entrada más bonita. Es muy interesante tu manera de ver el asunto.
Gracias por el comentario... es el primero que tengo en mi blog, te dire que me siento muy feliz!!!
es una persepectiva interesante la que he tendido al escribir sobre el Laberito de la soledad.